Desafíos

Y decido dejar mis miedos atrás y me subo una vez más.
No conté con el pequeño detalle de la fuerza centrípeta (o será centrífuga? nunca recuerdo) pero bien, es aquella que en definitiva empuja la silla hacia afuera. Y a mí con la silla. Y empiezo a entender el porqué de los gritos que se oían desde abajo. Y me acuerdo porque dije que no volvía a subir.
Cuando me doy cuenta del poco sentido que tiene todo esto, también me doy cuenta que faltan varias vueltas más. Falta mucho más.
Entonces, opto por la única solución posible, un poco menos vergonzosa que gritar como loca: cierro los ojos y me refugio en un recuerdo lindo, respiro hondo y pienso que esto también pasara...
Nota personal: debo recordar que tengo buenas razones para no subirme a los juegos mecanicos. =)
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